Hoy quería aprovechar la celebración de la semana Internacional del parto respetado para compartir en este post algo que no he visto mucho por la red: una historia de un parto respetado de principio a fin. Quería dar las gracias a mi marido que me ha apoyado en todo momento en mis decisiones y les ha defendido cuando hacía falta y a todo el equipo del hospital puerta de hierro en Madrid, que ha sido para mí un hospital público de excelencia.
Mis contracciones empezaron a las 4 de la mañana el 19 de diciembre y no sé si fue por tener un útero contráctil, pero empezaron ya cada 5 minutos. Durante el último trimestre de mi embarazo, ya tenía contracciones cada 5 minutos, pero dolían mucho menos. Ese día si que eran contracciones de verdad.
A las 10 de la mañana, nos fuimos al hospital para ver si estaba de parto. Había dilatado 2 cm por lo que me dijeron que era demasiado temprano para considerar que estaba de parto y me recomendaron dar paseos y volver. Fue lo que hicimos, fuimos a andar alrededor del hospital casi dos horas y volvimos para ver. Había llegado a los tres centímetros.
Quería tener un parto sin epidural y me había preparado para ello, por lo que se lo volví a comentar (mi plan de parto no llegó a buen puerto según parece) y me trajeron la pelota de pilates y la silla de parto con liana en la habitación de dilatación/paritorio. Tuve la suerte de poder contar también con monitor inalámbrico.
Allí es cuando se me complicaron las cosas : de las 14h hasta las 18h, solo dilate medio centímetro por mucho que me movía, me ponía de cuclillas, me ponía con la pelota de pilates… Es cuando me dijeron que el parto no estaba progresando y que tenía el riesgo que se alargará demasiado y que la niña sufriera. Me dieron dos opciones: o bien empezar con ocitocina artificial o romper la bolsa. Elegí la primera opción y es cuando las contracciones se me hicieron inaguantables, ya que no tenía descansos entre contracción y contracción. Por colmo, seguía sin dilatar. Y sabía que uno de los efectos de la epidural era que ayudaba a relajar el cuello. Entonces, muy a mi pesar, decidí optar por la epidural (supe después que mi madre después de dos días de contracciones de parto tuvo que dar a luz con… Seis centímetros de dilatación porque no dilataba ). Incluso después de haber tomado la decisión, las matronas me apoyaron preguntándome que si estaba segura, que aguantaba bien el dolor y que según ellas podía seguir. Pero sinceramente después de 16 horas de contracciones de parto no podía más y veía que eso no avazanba a pesar de andar, hacer pelota de pilates, ponerme de cuclillas y hacer el puente pino 🙂
Unos minutos después vino la anestesista, muy amable, que me explico todo, diciendo que me iban a poner una pequeña dosis y que si quería más simplemente tenía que darle al botón después de x horas. Qué la epidural no tenía que quitar todo el dolor, sino aliviar.
Después de unos minutos, empecé a temblar, me dijeron que era efecto secundario y me hizo efecto. Tengo que reconocer que recuerdo este momento como una liberación. Pude dormir, me pusieron más oxitocina y mi cuello empezó a dilatar por fin.
Cambio de turno de las matronas. La nueva matrona, bastante más mayor que las anteriores que me atendieron entro de repente para presentarse y que iba a romper la bolsa. Antes de irse, la matrona nos dijo que era mejor esperar, entonces nos quedamos a cuadros con mi marido. Menos mal que el estaba, y le dijo que no es lo que nos habían dicho, que era mejor esperar. Ella medio se enfadó diciendo que mi parto no progresaba, que era la única forma de acelerarlo. Y nos dijo «pero bueno miro el cuello y sino lo dejamos» el cuello estaba bien, tenía «buena pinta» así que lo dejó. En tres horas pase de cuatro centímetros a diez. Una vez dilatado el cuello, dejan que el bebé descienda de forma natural durante tres horas si no recuerdo mal. Y yo seguía con la bolsa intacta.
Y vino la parte que más me temía, la expulsión. Y yo seguía sin notar absolutamente nada, ni piernas ni apenas contracciones. Sin embargo, pregunte si podía ponerme de lado en ve de en la espalda. La mateona, un poco con mala cara » bueno vale». Mi pobre marido, que no quería ver nada, tuvo que coger mi pierna para sostenerla, porque de verdad que no notaba nada. Ya eran las 3 de la mañana, ya llevaba casi 24 horas de parto.
Así que nada, empuje con todas mis fuerzas cuando tenía la sensación de tener una contracción, lo que era bastante complicado la verdad porque no notaba mucha cosa.
Y después de 45 minutos salió, pero no lloro. Y yo asustada. Y después mi marido me contó que la vio salir azul y fue el mayor susto de su vida.
Pero en unos instantes la cogieron la aspiraron y al pecho. Esto fue un instante mágico e indescriptible. Empezo a trepar, y muy lentamente consiguió agarrarse a mi pezón y empezó a mamar. Nos quedamos allí dos horas haciendo el piel con piel. Después de dos horas, nos subieron a la habitación donde empezamos a dormir, agotados.
No tuve ni un punto de desgarro ni episiotomia.
Quería dar las gracias al equipo del hospital de puerta de hierro y si bien mi parto no fue el que me imaginé, me sentí apoyada, informada y respetada en cada momento. Lo recomiendo totalmente a cualquier mujer, sea cual sea el parto que desea.